13 julio, 2012

Abrázate a la vida.

Las paletas y los lápices que no metíamos en la boca se convierten en cigarros, las inocentes en putas, la tarea va a la basura, los celulares se usan en clase, suspensión se convierte en expulsión, el refresco se convierte en alcohol, el triciclo se convierte en carro, los besos se convierten en sexo. ¿Recuerdas cuándo viajar volando significaba columpiarte en el parque? ¿Cuándo “protección” significaba usar casco? ¿Recuerdas cuándo lo peor qué podías obtener de un niño eran piojos?

Los hombros de papá eran el lugar más alto del mundo y mamá era tu héroe. Tus peores enemigos eran tus hermanos, los problemas de velocidad, era por saber quien corría más rápido, “guerra” era sólo un juego de cartas y la única droga que conocías era la medicina para la tos, cuando usar una falda no te convertía en puta, el dolor más fuerte que sentías era el de tus rodillas raspadas por jugar el escondido, o esos juegos de la infancia, y el “adiós” era un hasta mañana.
Y no pudimos esperar a crecer.

-Ailet Hernández.

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