03 septiembre, 2012

Contenido del infierno.

Me puse mi chaqueta de cuero que hacía juego con mis pantalones negros y mis botas que me hacían ver más alta. Me miré al espejo y me acerqué. Comencé a retocarme con maquillaje hasta que sentí que estaba listo mi rostro. Tomé mi perfume «Salvatore Ferragamo» y empecé a aplicármelo en el cuerpo sin dejar de verme fíjamente en el espejo. Dejé el frasco encima de la mesa, dí un enorme respiro y caminé hasta el corredor donde tomé mis llaves y mi casco de moto «Shoei». Abrí la puerta de mi casa y luego la cerré con llave dejando una nota en la puerta que decía «Salí, vuelvo a la noche» pero para mi sorpresa, cuando me giré, me encontré un lugar algo diferente al habitual.

El calor me envolvía haciendo que mi frente se perlara de sudor. Mi primera acción fue tomar mi chaqueta y tirarla contra el piso sin importar todas las personas que me estaban mirando. Tragué una saliva muy espesa la cual sentía como bajaba por mi garganta. Miré el suelo, al parecer era como un camino de cemento que conducía atrás de ese gran muro. Decidí que mientras avanzaba me fuese quitando cada prenda de ropa que cargaba encima con el fin de ayudarme a soportar el combustión de las llamas que me rodeaban.

Me tomé mi tiempo para avanzar, y, cuando me encontraba al frente de esa enorme pared me vino a la mente recuerdos falsos los cuales se iban plasmando de manera imaginaria sobre ese muro. Sentí un ardor sobre mi espalda, y, al voltear no había nada ni nadie atrás, pasé mi mano y volví a sentir el ardor pero más fuerte... miré mi mano cubierta de sangre y supe que lo más probable era un rasguño. Volví a voltear para seguir contemplando esa pared, pero, no fue así.

Me encontré con una mirada cínica que me gritó un «te mataré» de forma silenciosa. Observé el cuerpo de aquel chico que posaba a centímetros de mi. Me quedé quieta y con los ojos fijos en el. Tomó su mano y tocó mis mejillas hasta llegar a mi mentón, jugó con mis labios. Me sentí utilizada, dedicada, usada. Lo que hice sin pensarlo fue morder sus dedos con el filo de mis dientes. ¡Sangre! Ese típico sabor lo degusté puesto que lo lastimé. Su mirada cambió, y sus manos fueron a mi cintura de golpe trillándome contra la fría pared que se encontraba a su espalda. Tomó mis labios con los suyos y me dió un apasionado beso.

Puse mis manos en su pecho y le di un empujón llevándolo al piso, Salí corriendo buscando las mismas escaleras en las que bajé, pero, no las encontré. Sentí un escalofrío en mis espalda y al voltear, nuevamente estaba él... ahí. Arremetió contra mis labios nuevamente. Cada lugar que recorrían sus manos parecía arder como el mismísimo infierno y cuando dejaba correr sus cálidos labios por mi cuello y clavícula, sentía un hormigueo en mi vientre. La parte sensata de mí me decía que me alejara, que era peligroso, me recordaba que el fuego quemaba, pero quizás me gustaba quemarme.

Tenía mis ojos cerrados y de pronto, me quedé sin aire ante tal perpleja situación. Sentí un apretón en mi pecho, una presión que hizo que abriera los ojos y mi boca en busca de aire para respirar. Mis latidos comenzaron a precipitarse, mi pulso no tenía sentido, iba muy deprisa. Cerré nuevamente los ojos y traté de respirar más lento, con la esperanza de calmar mi corazón... pasaron diez minutos y sentí un roce en mis piernas. Abrí los ojos precipitadamente sintiendo el pulso de mi corazón con palpitares lentos y aislados haciendo eco en mi interior, me levanté temerosa y enfoqué mi vista hasta mis extremidades, y ahí estaba.. mi pequeño gato encima de mi cama, jugando a brincar entre mis piernas y moviendo su cola. Miré a los lados para asegurarme que no estuviera aquel chico pero mi habitación estaba desierta, sólo se sentía el frío de la ausencia de mi ex novio que, meses antes, había muerto.

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