01 septiembre, 2012

Toc, toc...

Toc, toc... suena la puerta mientras tu caminas de tu cuarto a la entrada principal a ver quién es. Te topas con una carta escrita con letra de molde y una firma al final:

"Querida persona especial...
      Te escribo estas palabras porque sé que no quisieras ver mi rostro ni en el reflejo de tus ojos ni tampoco en una vieja foto juntos. No creo que tenga las agallas para dejarte de hablar por un simple mal entendido que comenzó por hervirme la sangre; resultado: ser inmadura. Se que hay muchas cosas de las cuales no toleraste de mi, que te ajetrearon o simplemente te hicieron molestar, discúlpame, es que todavía no controlo mis reacciones frente a lo inesperado. Te quise con mi vida, con mi fiel corazón pues todavía mis ojos siguen siendo para tí, sabiendo que solo vivo de una ilusión y que será totalmente imposible volver a tener algo. Vivo de recuerdos, dulces y amargos recuerdos que día a día me destrozan el alma haciendo que rompa a llantos; resultado: tu seguiste tu vida y tu sigues en mi cabeza. Lamento estas inmadureces, en serio, nunca quise complicarte la vida ni ser una carga para ti, al contrario, quería ser la dueña y motivo de tus sonrisas. He estado tan pendiente de ti siempre que muchas veces me olvido de mí misma ¿irónico, no? Me dijiste hoy que siguiera la vida, y lo haré, pero, solo con la promesa de seguir siendo amigos por más difícil que me sea. Esta carta es muy improvisada puesto que me voy de viaje y estoy a «apaga esa computadora» de irme. Sin más que decir, te amo... esperemos vernos en un lugar de la vida. Siempre tendré la esperanza de encontrarte."

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