22 agosto, 2012

Cortometraje de un amor.

Ella era pequeña, más baja que el, por su puesto, de ojos verdes y muy enamorada. Él era alto y de cabello negro, quizás con una mente un poco confusa, ellos eran totalmente diferentes... como el agua y el aceite. Sus mejores recuerdos se remontan aquella vida en la que estaban juntos en las buenas y en las malas y en las que su sonrisa tenía una carga magnética que hacía que mis labios hicieran una mueca de felicidad. Pasaron por muchas etapas, muchos cambios, duraron un buen tiempo separados desde la primera vez que se flecharon con su propia mirada, como seis meses para ser exacta, y, durante ese tiempo no hacían más que extrañarse. Cada uno siguió su vida, una un poco estancada y el otro un poco loco... fue, como una lección que ambos aprendieron «la distancia despertó en ellos el amor que se habían rehusado a enterrar».

Se reencontraron en la misma fecha que llegaron a crear algo más formal, porque él la buscó, el quedó decidido a transformar esa relación que habían tenido en el pasado en algo más que real. Pasaron los días y tuvieron la oportunidad de experimentar las aventuras que el destino les concedió, dormir juntos, fue una de esas. Tenían muchos planes futuros pero, al parecer, los problemas y mal entendidos entre ellos crearon una atmósfera, como de... desesperanza. Y es que, a medida que pasó el tiempo el océano comenzaba a introducirse entre ellos, se sentían distantes... desunidos. Pasaron días sin verse, solo pensándose y cuando por fin llegó el día, fue, una ruptura. Su último día, fue un cálido "adiós".

Ese día fue una mezcla de ira y tristeza porque ella veía partir, sin poder hacer nada, a lo que más amaba en esta vida. Solo le quedó cruzar los brazos y hundirse en sus lágrimas, y es que, el dolor era tan grande que no podía controlarlo. El secaba aquel lamento y abrazándola le daba apoyo. Ella solo se sentía satisfecha por haber tenido un hombre tan ejemplar que la hiciera feliz y en ese momento, con esas palabras que le dijo, sentía que había alcanzado el cielo con las puntas de sus dedos, pero, a la vez, se sentía destrozada al saber que ese día iba a ser el último que iba a compartir con el. Y bueno, tantos años han pasado desde entonces, que, hasta el día de hoy ella no se olvidará de lo último que escuchó, un «te amo».

—¿Quién era el? -preguntó la pequeña niña de piel morena, cabello rizado negro y ojos verdes que escuchaba muy atenta aquel cuento.
En ese justo momento entró el papá por la puerta, con una enorme sonrisa en sus labios.
—Tu padre, aquí presente como si lo hubieran invocado. -dijo con voz tenue, la enamorada mujer.

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