Jorge Luis Borges:
"De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo. Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria."
Billy Wilder:
"La televisión no ha podido acabar con el cine porque la gente quiere estar allí, quieren ser los primeros, quieren oír las risas de otras personas."
Théophile Gautier:
"Una de las glorias de la civilización sería el haber mejorado la suerte de los animales."
John Lennon:
"Algunos están dispuestos a cualquier cosa, menos a vivir aquí y ahora."
Woody Allen:
"El sexo sin amor es una experiencia vacía. Pero como experiencia vacía es una de las mejores."
Menandro de Atenas:
"No es vergonzoso nacer pobre, lo es el llegar a serlo por acciones torpes."
Adolf Hitler:
"Sólo se combate por lo que se ama; solo se ama lo que se estima, y para estimar es necesario al menos conocer."
Gustavo Adolfo Bécquer:
"El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada."
Marilyn Monroe:
"Era consciente de que pertenecía al público, pero no por mi físico o por mi belleza, sino porque nunca antes había pertenecido a nadie."
04 octubre, 2013
Trementina
01 octubre, 2013
Café sin azúcar.
—¿Me amarás hasta el fin del tiempo? —preguntó él.
—Eso espero. —respondió ella con una sonrisa a medio rostro.
—Pues tengo algo que confesarte.
La piel de aquella mujer se erizó.
—¿Qué cosa?
—¿Me querrás después de que te lo diga?
—Me estás asustando… ¿qué me quieres decir? —ella insistía.
—¿Me seguirás queriendo?
—¡Ya dime lo que tengas que decir! —gritó alterada.
—Está bien… por las noches me convierto en dragón y salgo a volar cerca de la luna.
Ella se detuvo un momento.
—¿Qué mierda pasa contigo? ¿Acaso juegas conmigo?
Se enojó, tomó sus cosas y se marchó.
Más tarde él, sentado en la luna pensaba que los humanos habían perdido el sentido del humor.
23 agosto, 2013
Leyenda urbana.
13 agosto, 2013
Campanas.
06 agosto, 2013
Esencia opaca.
02 agosto, 2013
Óbito.
01 agosto, 2013
La casa del silencio.
29 julio, 2013
Cuerpos ausentes.
16 julio, 2013
Lluvia.
14 julio, 2013
Preciso sueño sobre tí.
05 julio, 2013
Otro camino.
04 julio, 2013
Una noche gris.
02 julio, 2013
Recuerdo pulverizado.
30 junio, 2013
Yo soy la voz.
27 junio, 2013
Verónica.
25 junio, 2013
¡Clic!
24 junio, 2013
Celos.
23 junio, 2013
Te quiero, pero de una forma extraña.
Podemos compartir un café o mi habitación. Te invito una cena y luego te dejo mis sueños de postre. Podemos intentarlo o podemos pasar por desapercibido. Ante todo dejando un atardecer de souvenir para recordar el día que pudo ser y resumir una vida.
No quería quererte como te quiero. No quería sufrir tus silencios. No quería bombardear mi corazón con anhelos de tus besos. No quería buscar tu mirada en mis versos. Me viniste sonriendo, me viniste seduciendo... te quiero. Que no mientan tus palabras que tus ojos no mintieron. Que sé que tú me quieres igual, pero estás lejos de reconocer eso.
07 junio, 2013
Tinieblas.
Grandes árboles se extendían frente a sus ojos, las copas de los arboles frondosas, no permitían entrar la vital calidez de aquellos rayos de luz. El único morador de ese paraje era una gruesa penumbra de donde sólo, apenas, se logra resaltar los troncos viejos y desgastados, extendiéndose por el área un manto grueso de hojas. De apoco la angustia, el pánico, y un frío siniestro empezó apoderarse de él… ¡desesperación! Ante tal escenario, se le vino a la memoria flechazos de imágenes, de la cual resaltaba un traje y un sendero. Nada tenía sentido.
Sintió hambre, por lo que buscó entre sus pantalones. Sus bolsillos estaban vacíos, sólo un envoltorio de un dulce. Decidió revisar su chaqueta, era la de moda de esos momentos, la que todos los niños usaban, café con franjas rojas blanca y azules donde encontró una mitad de barra de chocolate y un papel arrugado. Aquel papel arrugado le dio miedo, como si algo le advirtiese, que no lo abriese, pero algo lo impulsó... una fuerza extraña, algo que lo manipulaba. Lo empezó a desdoblar con cierto temor.
Era un dibujo, un boceto de una bizarra figura huesudas, y de largas extremidades cubiertas por unas especie de pellejo seco, pero lo que más le inquieto al muchacho fue el rostro de aquel ser y sus ojos, entonces debajo de ese extraño ser había una palabra… "¡corre!". El muchacho se alarmó y empezó a caminar a la deriva, sin rumbo. Solo sentía algo, como una presencia que lo observaba y lo presentía. El terror se apodero aún más de él, de lo que un alma mortal pueda soportar.
Empezó a correr. Con cada pisada, hería sus pies descalzos, pequeños cortes y magulladuras empezaban aflorar por las ramas de los árboles, su rostro y sus manos sangraban al abrirse paso sobre aquella tupida vegetación, áspera y dura, el muchacho sentía como si la naturaleza jugara con él, como si la penumbra nublara sus ojos y los envolviera, como si estuviera divirtiéndose, como si lo disfrutara. El silencio hondo del bosque lo ahogaba, solo los grillos y búhos rasgaban aquella penumbra, rompían aquel sepultario silencio.
Atrás suyo crujieron unas hojas, giró, creyó a ver oído algo, solo vio oscuridad, hasta que pudo divisar un especie de silueta, oculta, dentro del espesor de los arboles. El muchacho palideció pues no sabía bien lo que veía, pero lo único que se le vino a su mente fue la palabra "corre" escrita en ese papel. Sé movió rápido, tan rápido como su pequeño cuerpo permitía, sus músculos, se extendía y contraían, se tensionaban con el movimiento rápido y bruscos de sus manos. Lágrimas brotaron de sus ojos, el cansancio se hizo sentir seguido de unas fuerzas inútiles que poco a poco lo abandonaban.
Poco a poco le iba quitando energía, le succionaba de a poco, ¡le bebía la vida! Miró de nuevo hacia aquella silueta, no estaba, pensó que tal vez hubiera sido su imaginación así que intentó calmarse y descansar un poco. De pronto, se paralizó.
Un frío le recorrió desde sus pies a la cabeza, le entró miedo, ese miedo cuando sabes que vas a morir... ese terror, ese pavor que te hace tiritar y te hiela la piel y la sangre, hasta el tuétano de los huesos, como si miles de agujas se enterraran en tu carne. Quiso correr, pero las fuerzas le fallaron, sus piernas se doblaron, empezó a caer mientras una silueta alargada, una sombra proveniente de los más oscuros sueños, se iba acercando y lo iba cubriendo. Sus ojos pesaban hasta que aquella sombra lo envolvió… Simplemente aquél día los habitantes del pueblo, no recuerdan una noche tan tranquila ni una luna tan grande como esa.
06 junio, 2013
Amar te cambia.
Aún así tu no haces caso y sigues intentando y sigues con esa tonta idea en tu cabeza, y sigues, y sigues, y sigues… Sufres, tu solita. Sabes que puedes sacarlo de tu mente si en serio lo quieres, el problema es que tu no quieres dejarlo ir. Tienes un poco de esperanza, a que algo va a cambiar y que va a ser lo mismo otra vez.
Pero dentro de todo ese sentimiento también tocas fondo y cuestionas todo lo que paso, “¿para qué me habló? Tal vez sólo quería mi amistad, fue para lucirse, ¿qué hice mal? Obviamente no iba funcionar, etc...” lo que sigue es una depresión enorme capaz de torturarte lo suficiente como para dejar que lo que sientes se pueda notar, ahora todos lo saben: está triste. Quieras o no, eso te cambia, tu personalidad se va escapando de tus manos poco a poco y eso es algo que no puedes controlar por el simple hecho de querer. Amar, duele y te cambia, pero más que todo hace que se vaya tu brillo, resulta más drástico con aquellos que tenemos muy poco.
21 abril, 2013
Somos una ruta por seguir explorando.
18 abril, 2013
Me declaro viva.
ser humano,
perceptiva y combativa.
Vivo porque así lo creo,
porque así lo siento
y así lo quiero.
Humano
por imperfecto.
Perceptiva
como sistema social único
y colectivo,
perceptiva
de todas mis limitaciones,
y combativa de todas mis limitantes.
17 abril, 2013
Óbito de mi propia sangre.
Llego a la salida y camino por las calles: tal vez encuentre algún cliente, pero no, nada. Las luces apenas iluminan la calle, camino y camino sin rumbo, de repente, me encuentro frente a ese lugar. Me dejo influir por aquel odio que recorría todo mi cuerpo, cada parte de mi, hasta el mas recóndito lugar de mi asqueroso cuerpo. Puedo ver mi reflejo en un charco de agua sucia a causa de la lluvia de hace una horas: el rímel corrido y unas ojeras visibles, mis labios rojos y uno de mis ojos morados, cortesía del cliente anterior. Entonces sonrió: una sonrisa llena de odio, coraje y resentimiento contra todos. Cada persona que me hizo daño lo pagaría. Tallo mi boca haciendo que el rojo se corriera más allá de mis labios. Me acerco a la puerta de aquella horripilante casa, levanto el tapete de bienvenida y me encuentro con la llave.
—Siempre tan idiotas. —pienso.
Meto la llave en la perilla y abro con cuidado, frente a mí hay un cuadro con la nueva familia de él: una esposa, una niña y él, todos sonriendo.
—Maldito bastardo, si supiera lo que le espera.
Camino a la cocina, observando cada detalle de la casa, una chimenea que me mantenía caliente en las noches de invierno, recuerdo. Frente una pequeña mesa, como en la que hacía mis tareas mientras mi madre preparaba un rico chocolate y unas galletas de mantequilla, pero todo ese paraíso que tenía de pequeña lo destruía él cuando llegaba, con una mujer a su lado, ambos ebrios y con botellas en las manos, subían las escaleras y solo alcanzaba a oír unos cuantos gemidos: porque mi madre me cubría los oídos con sus manos mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. En ese momento sentí por primera vez el odio, el odio hacía ese hombre y hacia esa mujer, y todas las que vinieron por delante. Y no entiendo cómo terminé convirtiéndome en lo que más odio.
Entro a la cocina, observo el refrigerador lleno de fotografías y dibujos pegados. Sonrisas por doquier y durante un segundo siento pena por él: por lo que les voy hacer. Pero se esfuma esa pizca de pena y el odio la remplaza rápidamente.
—¿A caso el sintió pena por mi madre alguna vez? ¿Por mi? Jamas le dí pena mientras me acaricia bajo mi ropa. ¿Por qué tendría que tener pena yo?
Un cuchillo largo me llama la atención, lo tomo y juego con él, la punta en uno de mis dedos hace que salga una gota pequeña de sangre y se que la mirada se me ilumina. Lo tomo por el mango y subo las escaleras sin hacer ruido alguno. Mientras subo, paso la hojilla por las paredes, haciendo algunas marcas, sigo caminando doblando a la izquierda y al llegar a la planta de arriba entro al cuarto que antiguamente ocupaba mi madre con ese cerdo, cierro la puerta despacio y lo veo removerse bajo las sábanas, a su lado está una mujer cubierta hasta la cintura, puedo ver su brasier rojo entre la oscuridad, su cabello negro revuelto entre la almohada. Me acerco a ella y el odio tan fuerte me produce un tic en el ojo derecho, el que no estaba morado. La reconozco enseguida, sé quién es. Me aguanto el impulso de atravesar su pecho en el cuchillo: no, queremos verla sufrir, ¿no es cierto? Recuerdo la vez que entró por esa puerta, ella tomaba la mano de él, ambos reían tontamente, ese día mi madre no estaba en casa, y fue el peor día de mi vida. Él me tomó la mano y me subió a mi cuarto, ella iba tras de él, riendo y apoyándolo. No sabía que pasaba, pero unos segundos después lo comprendí, lo comprendí en cuanto el subió mi vestido verde y me tumbaba en la cama, mientras ella reía y soltaba unos cuantos "continua". Pataleé y supliqué que me dejara, que me soltara y no le diría a mi madre, pero no le importo, no le importo a él, ni a ella y unos minutos después, un dolor desgarrador cubrió mi cuerpo…
Camino hacia él, ahora, y lo veo seguir removiéndose en su lugar. Pongo el cuchillo en su estómago y hago una ligera presión y él abre los ojos, sus ojos azules se dilatan y con sus manos se apoya hacía atrás, creí que por el movimiento ella despertaría, pero no lo hizo.
—Atrévete a gritar, y te rebano aquí mismo. —lo amenazo. Me gusta la naturalidad con la que salen esas palabras.
—¿Qui…quién eres? —pregunta aterrado.
—¿Ahora no me recuerdas? —mi ironía lo hace temblar, lo puedo ver. Juego con el cuchillo y él me mira fijamente, aún temblando, aún sudando.
—N…no.
La rabia me consume y me acerco a su cuello con fuerza, el cuchillo roza con su mejilla y aún me parece extraño que la zorra que esta a su lado no despierte.
—¿No recuerdas las veces que golpeabas a mi madre? ¿Las veces que me acariciabas, cerdo? —digo mientras aprieto aún más su cuello y veo el terror en sus ojos.
—A..A..¿Angie? —a penas y puede contestar. Aflojo un poco y lo veo respirar con dificultad—. ¡Angie! —susurró. Lo suelto y me mira aterrado.
—¿Qué me harás? —pregunta con voz clara.
—Lo que tu me hiciste muchos años… Sufrir, pero yo lo haré hasta matarte. —le respondo. Él cierra los ojos y solloza, suspira y lo siento abalanzarse contra mi, o próximo que oigo es un gemido y siento mi cuchillo atravesar algo, su cuerpo. Me asusto durante un momento, pero me lleno de adrenalina y quiero acuchillarlo de nuevo, una y otra vez, hasta que no pueda más, hasta que no quede mas de él. El movimiento de la cama hace que ella despierte, pregunta por él y se sienta en la cama y solo veo sus ojos aterrados viéndolo tirado en el piso y luego a mi, y al final al cuchillo manchado de sangre.
—Acércate, y atravieso su cuello ¿entendido?
Sus lágrimas corren por sus mejillas. Observo la habitación rápidamente, en busca de algo con que la pueda amarrar y lo encuentro: unas esposas en una cómoda.
—¿Para qué las usan? ¿Eh? Sexo tal vez. —mi voz es burlona y las tomo, me acerco a ella y ella por un momento se resiste.
—Quieres que te corte que cuello, ¿ahora?
Ella deja de pelar y agacha la cabeza, sollozando aún. Le pongo una de las esposas y la otra la ato a un barandal de la cama. Me acerco a él de nuevo, se retuerce del dolor en el piso, manchas de sangre a su lado, me agacho pero él no me mira.
—Te haré sufrir… pero primero sufrirá ella.
—Estás loca. —lo oigo susurrar, pero no me importa. Camino hacia ella con la cabeza ligeramente inclinada, observándola.
—Por…Por favor no…No me hagas na…Nada. —suplica, y yo río. Me acerco a ella y clavo el cuchillo en su estomago con fuerza. La sangre recorre su cuerpo. Ella se arquea y gime del dolor, mientras con su mano toca su herida y también se la mancha de ese liquido rojo.
—El rojo queda con tu basier. —me burlo de ella y la impaciencia me gana—. Esto se puso lento. —digo y entierro el cuchillo en su pecho, ella lanza un último gemido antes de caer.
Doy unos pequeño saltitos y camino hacia él de nuevo. Me mira aterrado, con repulsión y con odio.
—Eres un monstruo. —me dice jadeante.
—Algo tuve que sacar de ti, ¿no es cierto?
Tomo un pañuelo gris de la cómoda y lo ato en su boca.
—Al fin y al cabo, eres mi padre. —le expongo mientras que con fuerza entierro el afilado cuchillo en el centro de su mano izquierda, él suelta un grito, pero se pierde entre el pañuelo.
—Es verdad lo de la venganza: es dulce, y divertida. —sonrío.
Con el cuchillo hago un corte largo: de la boca hacia su ojo izquierdo, la sangre brota y las lágrimas corren por las mejillas. Sus ojos muestran dolor, como el que yo alguna vez sentí a causa de el.
—¡¿No te gusta verdad?! —le grito, pero no tan fuerte como para que despierte la pequeña. Él niega con la cabeza, y aunque no pueda hablar, sé que suplica.
—A ti nunca te importo todas las veces que te supliqué, que suplico mi madre para que la dejaras de golpear. ¿Por qué habría de importarme a mi?
El odio vuelve y de repente, me encontré apuñalando su cuerpo una y otra vez, tantas veces como podía hasta que quede exhausta. Por su cuerpo corrían chorros de sangre. Un charco de sangre lo cubría, y de él no salia ningún respiro. Rasco mi nuca con cansancio y salgo por la puerta aún con el cuchillo en la mano y mi ropa llena de sangre. Camino por las escaleras y veo otra foto de la familia, todos sonriendo y, por alguna razón la sonrisa de la pequeña me recuerda a la mía, la que le mostraba a mi madre cada vez que se acostaba conmigo las noches que no podía dormir y me tarareaba una canción. Salgo de la puerta dejando a la niña en paz, se que estará mejor si ellos. Son unos monstruos. Camino de nuevo por la calle, no sabía que hora era, pero aún era de madrugada. Un auto pasa y se estaciona a mi lado, sé lo que busca, sé lo que quiere. Así que me subo en la parte trasera de lado del piloto y beso su cuello lentamente, mientras guardo el cuchillo debajo de los asientos esperando ansiosamente, usarlo de nuevo.