07 julio, 2012

Momentos valorados más que una joya.

Me enamore de esos ojos color café, sin imaginar que minutos después, más abajo de ellos, encontraría los más hermosos labios que al sonreír, me hicieron enamorarme mucho más. Me enamore de nuestra primera plática hasta las tres de la madrugada, me enamoré de nuestra primera salida y la sensación de tener los nervios de punta al agarrarte de las manos. Me enamore de tus “buenos días” por las mañanas y de los “dulces sueños” por las noches. De la casualidad más perfecta en el momento más exacto.

Me enamore de cómo te sonrojas cuando me dices que me amas, y de tu sonrisa innata que surge cada vez que te digo que te ruborizas, de todas tus bromas mal contadas, de tu risa tan alta, de ese lunar circular que habita en tu carita. Me enamore de ti y también del amor. Y cómo un mágico momento pudo cambiar nuestras vidas para siempre, y cómo fue que un simple beso nos encadeno a la eternidad, y como con el pasar de los días el tan sonado “te quiero” se transformó en el tan esperado “te amo”.

Me enamoré… te enamoraste, inesperadamente, sin saber cómo ni cuándo pero aún así, deseándolo, anhelándolo con todas las fuerzas existentes, con ese sentimiento de seguir adelante a pesar de los malos, buenos, amargos o dulces momentos. Con esas ansias de querer verte aunque sea por un tiempo corto, con esa sensación tan única de ser yo misma al estar a tu lado, con ese suspiro que se me sale cada vez que me encuentro en tus brazos, con todas las ganas que dos enamorados pueden sentir cuando se dan cuenta de que son el uno para el otro. Porque somos una sola alma dividida en dos cuerpos.

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